Sintopías actividades académicas

Sintopías

La palabra sintopía tiene su origen en la unión de las palabras síntesis y utopía. Se entiende como un lugar de confluencia, de unión en un mismo espacio y tiempo. Un lugar posible y probable donde no hay barreras ni límites.
Frente a la utopía, que presenta lo inalcanzable aunque deseable, y marca ese límite entre lo real y lo imaginado, entre lo tangible y lo anhelado, la sintopía es un lugar de encuentro e intercambio donde todo puede suceder.
Los alumnos de Proyectos III del Título Propio de Grado de Diseño de Interiores proponen buscar nuevos uso posibles que se puedan integrar en el intercambiador de Moncloa. Se trata de proponer actividades que podrían complementar y mejorar las cualidades de estos espacios a menudo guiados estrictamente por nociones de funcionalidad.
Los intercambiadores desempeñan un papel de interfaz entre la ciudad, su red de transporte y los viajeros. Son lugares donde nuevos modelos de intercambio y socialización pueden ocurrir. Se busca proponer nuevas posibles combinaciones inesperadas que puedan trasformar estos lugares inhóspitos en sitios innovadores y divertidos que intentan acercarse al gran flujo de pasajeros de una forma más creativa y lúdica.
Como primer acercamiento al lugar, y para realizar una toma de datos que apoye las propuestas que se realizarán posteriormente, se realizó una actividad en el propio intercambiador. A cambio de contestar un breve cuestionario preparado, se regalaba un crepe y una foto “en Paris”. De esta forma se pudo obtener una visión más cercana y real del usuario del Intercambiador.
En una segunda fase del proyecto, se proponen diferentes incisiones programáticas para regenerar la actividad en una sinergia entre tiempo, espacio y viandante en el local 25 de la zona comercial del módulo A, situado en el sótano -2 y cedido por Sacyr y el Consorcio Regional de Transportes de la Comunidad de Madrid.
El intercambiador se convierte de esta forma en un espacio sintópico donde todo puede ocurrir y fusiona los flujos de personas impulsados por el transporte con nuevos usos quizá nunca hasta ahora planteados en este tipo de infraestructuras.
El objetivo es saber deformar la mirada para favorecer una visión multifocal.
El arquitecto está llamado a ser una persona que mira al mundo con otros ojos. Con la capacidad de ver lo que hay y lo que podría haber. Lo que es deseable y lo que es posible.
El buen arquitecto debería ser capaz de descubrir oportunidades donde otros no ven más que lo evidente. El arquitecto es aquel que se encuentra preparado relacionar distintas dimensiones allá donde estas se producen, y transformarlas para podérselas ofrecer a quienes lo pasaron por alto.
El buen arquitecto debe saber contar historias que hagan aflorar la emoción, atención e interés de los que le escuchan, para conseguir una transformación positiva del mundo en el que habita.
El buen arquitecto no se espera a que le pidan las cosas, sino que sale al encuentro de la necesidad y lleva la iniciativa.
Se plantean seis tipos de usos que posteriormente se pueden desarrollar de formas diferentes: un espacio para start-ups, para intercambios culinarios o culturales, la cesión para nuevos emprendedores de zonas de trabajo, el aprovechamiento de la energía generada por los pasajeros o una zona de descanso que va más allá del simple asiento son algunas de estas propuestas.
Como resumen del taller realizado en clase, y en colaboración con el Consorcio de Transportes de la Comunidad de Madrid y Sacyr Concesiones, se han expuesto una selección de los trabajos durante dos semanas en forma de maqueta en el Intercambiador de Moncloa. Esto ha permitido dar a conocer al propio usuario cuales pueden ser las materializaciones de sus anhelos para este espacio de tránsito y esperas de corta, media o larga duración.

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